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A propósito de -Semana Santa- (página 2)




Enviado por Francisco Munguia



Partes: 1, 2

Total: que al fin Caifás
tenía el caso que quería como lo quería. La
blasfemia había de castigarse en Israel con la muerte.
Pero en aquellos días Judea no tenía permiso de
ejecución… Había que llevar la solicitud
ante los romanos para que la validaran… Por eso y no por
otra razón se presenta el caso ante el Procurador romano.
Y por eso es que se observa que la acusación del cuerpo
juzgador judío parece otra: le presentan al Procurador
"las implicaciones" de la acusación. Muchos estudiosos
toman al pié de la letra las exposiciones
evangélicas, como sucede a menudo, sin sentido
crítico, para deducir que la acusación
cambió, y por lo tanto, uno fue el juicio hebraico y otro
el romano: el escrúpulo juridicial de "la
evidencia"…

Lo primero que pregunta Pilatos es, por lo
tanto, eso: la respuesta de Jesús resulta tan
enfática que, según Lucas, le remite entonces a
Herodes, mandón de Galilea. El romano no encontró
causa que perseguir. Según Juan, es regresado al
Sanedrín: "tomadle vosotros según vuestra Ley" dice
el Procurador. O sea, tampoco causa punible para la
jurisdicción de Roma. Pero Jesús, como haya sido,
es regresado a Pilatos por Herodes -según, otra vez,
Lucas- sin resolución de culpabilidad; y según
Juan, sin aceptación del Sanedrín que reclama su
ejecución. Mateo y Marco no relatan nada de esto. Su
pormenorización se reduce, se comprime, se sintetiza. No
aparece este trajín.

¿Qué hace Pilatos, el
Procurador romano ante esta insistencia? ¡Buscar una
disyuntiva! ¿Por qué? Porque para él esto no
tenía sentido. No estaba al tanto de la prolija
significación de una acusación como la que se le
presentaba. Y no es que el hombre fuera benevolente ni imparcial
ni justo. Antes bien, y como romano orgulloso de serlo,
sentía cierto menosprecio por los judíos y no se
sentía proclive a validar una asignación pedida
gratuitamente por el Sanedrín judío solo porque se
le pedía. Echó mano entonces de un principio
aceptado como concesión de la Ley romana que
proponía una "alternativa sustitutiva" de reos con lo
cual, y como fuera, él quedaría al margen desde que
no se trataba de un caso delicado que ameritara la
intervención del Imperio. Hay que notar: Pilatos propone
la alternativa, no como se dice por ahí que así le
fue pedido.

Dicen los Evangelios que, por la Pascua,
era habitual liberar a un prisionero condenado… Tal cosa
es una redonda falsedad: ¿de dónde sale semejante
recurso? No era, por supuesto, una previsión romana
aplicada ¡"por costumbre"! Tampoco Israel tiene memoria de
tal práctica… Eso sería equivalente a que
los romanos hubieran andado liberando a cuanto prisionero se les
reclamara con los pretextos más disímbolos…
¡Y menos a los sediciosos! Se sabe, más bien, que
justo en Medio Oriente había existido cierta
tradición en que se liberaba a un convicto por
sustitución a condición de que fuese suplido, en
delito y castigo, por otro reo alternativo: y esto se daba
durante las fiestas del renacer, la primavera pues. Y
–claro- esa tradición estaba ligada al sacrificio de
una persona con motivo de tales festividades… Por otra
parte: la opción en la Ley romana podía operar
eventualmente en caso de que se reclamara, como excepción,
y bajo la responsabilidad del gobernante romano…
Así que no era consuetudinaria… Los evangelistas
demuestran así tener buena memoria pagana presente,
memoria que en este caso les reporta la utilidad necesaria para
hacer valer un argumento a modo, que no lo es, pero lo toman al
paso para darle sentido al "pedido de Israel"… Sienten que
así "explican", salvan el escepticismo…

Cómo sucedió exactamente en
la realidad del momento no se sabe. Solo queda el dato consignado
en los textos. Y allí, Pilatos declara la inocencia de
Jesús y propone una alternativa para zanjar lo que
podría volverse un conflicto. ¿Quién era el
tal "Barrabás"? No se tiene noticia de ese hombre. Acaso
los Evangelios señalan que "era famoso" (Mateo), que era
un sedicioso (Marcos y Lucas), y un salteador (Juan).
¿Quién sería, pues? Es obvio que los
Evangelios no lo saben, no lo sabían tampoco: por eso no
están de acuerdo. Pero no un sedicioso, un combatiente
rebelde: a un tipo así Roma jamás lo hubiera
perdonado. Se especula también que su nombre de pila real
era precisamente Jesús… Y los originarios
predicadores, horrorizados, prefirieron echarle tierra al
detalle… Barrabás: transliteración griega
exacta del arameo BAR ABBAS que se traduce –porque eso
significa- "Hijo del Padre", significado que no resuelve, al
final, nada de lo que debería en relación a los
sucesos en que se le involucra salvo que fuera una especie de
nomenclatura relacionada con la sustitución, lo cual
entonces sí descubriría, o una raíz
sacrificial pagana de lo que pudo ser un rito ancestral (que
tiene poco que hacer aquí), o un significado oculto,
esotérico, que pudiese referir la condena como
salvación y viceversa, justo como algunos gnósticos
lo interpretaron siglos después y cuya noción
quedó fuera del alcance de los grupos
tradicionalistas… Y eso tiene poco que ver, a valor
presente, con la buena o mala voluntad material de romanos y
judíos hoy por hoy empeñados en desahogar un caso
que les quema las manos…

En el escenario dibujado en los Evangelios
de la comparecencia de Jesús ante Pilatos, danza con mucha
insistencia un coro impersonal nombrado siempre como "el pueblo",
"la gente", "la muchedumbre"… Juan, sobre este mismo
detalle se muestra más cauto: señala que
sacerdotes, escribas y guardias (los guardias del templo, al
servicio de la clase sacerdotal y en especial del sumo Sacerdote
en funciones) que llevaron a Jesús, permanecieron fuera
del pretorio, se entiende que en espera de una resolución,
y a los cuales el romano salía a exponerles o
preguntarles: esa masa de gente coreando consignas es la
especificada por Juan (y por los demás, aunque no acierten
a especificarlo), y no el pueblo lato –como habitualmente
se da a entender a los catecúmenos y aprendices-. La gente
común, ese día y a esas horas, debía estar
más ocupada en la Pascua y su preparación
–según se entiende- que andar haciendo de comparsa
en un juicio inesperado y hasta inoportuno… Esto
también dejaría en claro, a la hora de la verdad,
que no fue toda la nación o el pueblo por entero
–como se asume siempre- quien pidió la
ejecución de Jesús sino precisamente la clase
dirigente, interesada en la desaparición del Profeta por
intereses de clase y por interés político…
Como siempre ocurrió, desde antes…

Y por fin, se nos relata, Jesús es
entregado a la muerte… Mateo relata cómo el
Prefecto romano se lava las manos frente a su público en
un acto significativo que deja muy en claro que él no
comparte esa decisión, por más que se haya hecho
escarnio de la acción como expresión de
hipocresía: ¿será que los romanos andaban
lavándose las manos a cada rato frente a los pueblos
conquistados cada vez que una determinación comprometedora
tenía que asumirse? Es ridículo… Como lo es
el propio relato de presentar al orgulloso magistrado haciendo
tal cosa… Afán de los redactores de culpar a quien,
de Derecho, pudo eximir del martirio al Maestro… Y
afán también de dar relevancia al caso como un
ítem inusitado… Marcos y Lucas –y aun Juan-
solo declaran que, ante la exigencia de las consignas, Pilatos
decide hacer crucificar a Jesús. En este punto, Juan
quiere darle a esto la validez de "cosa juzgada" y hace subir a
Pilatos a su tribuna. Pero, testimonialmente, no hay formal
pronunciamiento jurídico de muerte. El romano no pronuncia
sentencia: accede a la ejecución pedida bajo chantaje. Y
bien entendido, esto está en el filo de lo que cualquier
Delegado político habría de hacer. Además, a
Pilatos en realidad le daba más o menos lo mismo hacer
ejecutar a uno o al otro: como "judíos", ni uno ni otro
tenía más valor o significado para él. Lo
único que asoma como chocante para el Procurador es verse
presionado a hacer ejecutar a un inocente solo por la exigencia
de aquella "chusma"…

De conformidad como queda entendido:
¿hubo juicio romano? No. Obviamente no. El Procurador solo
pregunta, se informa. O propone. Pero no instruye un caso. Por
eso al final tampoco hay un veredicto formal y explícito.
¿Cómo pudo ser esto? Sucede que nos acostumbramos a
oír del "juzgamiento" de Poncio Pilatos como de la
razón central por la cual Jesús murió en la
cruz. Pero perdemos de vista un detalle histórico
irrefutable: como Jesús no era ciudadano romano, ¡no
era elegible para juzgado romano! De esto los exégetas
parecen no querer saber nada, y mucha gente hace la rata con el
asunto queriendo hallar una jurisprudencia que en realidad
corresponde a lo que tiempo después sería la Ley de
Extranjería

Finalmente: ¿por qué muerte
de cruz? Porque era justamente lo que correspondía a la
solicitud planteada por el Sanedrín de acuerdo al cargo
imputado. Así de simple. Los relatos evangélicos,
escuetos, no se hacen cargo de ser una exposición
doctoral, ni jurídica, ni siquiera historicista del
proceso que enfrentó Jesús. Son llanamente
testimonio doctrinal. Y así presentan el fin cruento del
Maestro de Galilea, del último Profeta levantado por el
Señor que ante lo definitivo del hecho, se rebelan, para
argüir -de conformidad con la doctrina tardía a la
cual se deben los insertos que se entreveran en la crónica
original- que se trató más bien de un "sacrificio
ritual" de tono definitivo y permanente… Se da por hecho
que todos, en redondo, narran la misma historia con las variantes
mínimas encontradas y se los asume así. Pero,
¿lo es? A vuelo de pájaro lo
parece…

En los relatos evangélicos de
conjunto, y por el orden en que exponen, aparece que, una vez
decidida la suerte de Jesús, se le hace azotar con
antelación a su ejecución. Y aunque el tono cambia
en cada Evangelio, el hecho permanece constante: para Mateo y
Marcos se le sujeta a ese tratamiento cuando ya se ha resuelto
ejecutarlo; en cambio para Lucas y Juan no, sino que se le azota
"como escarmiento", según decide Pilatos, cuando
todavía está a discusión su suerte, en lo
que el "escarmiento" aparece como pena supletoria, con la idea de
que con ello los Magistrados hebreos retirarán su demanda.
En todos los casos, a pesar de la diversidad intencional legible,
se sostienen las burlas, la coronación de espinas y la
túnica escarlata que Lucas ubica en el retorno que Herodes
hace del procesado. O sea que, en realidad, esta parte de la
ejecución se centra, por los verdugos, en la teoría
de que el indiciado lo es por su "identidad política" como
Elegido o Ungido y por lo mismo, detractor de la estructura
política vigente: enemigo del régimen.

¿Qué importancia puede tener
la azotaina en el hecho global del ajusticiamiento? Ninguna mayor
a la que por sí misma implicaba, salvo que algún
autor posterior ha dudado de semejante maltrato habida cuenta del
tormento final previsto. Pero se conoce como histórico el
azotamiento previo a la crucifixión, a pesar de que
alguien más ha querido ver en ello especial
exageración con Jesús. Este maltrato tiene
relación, se ve reflejado, en las consecuencias derivadas
en la siguiente parte del episodio, el inicio de la visión
patética, lastimera, de "la pasión del
Señor": según todos los Sinópticos, los
crucificadores echan mano de un campesino para cargar la cruz de
Jesús en el trayecto por la ciudad, de lo que se deduce
que el sentenciado estaba físicamente imposibilitado para
hacerlo, obviamente por el maltrato previo. Esto sí que es
todo un trato excepcional, porque en todas partes –y los
romanos crucificaban en todas partes- el condenado a la cruz era
obligado, forzado a acarrear su "patibulum" (que era el madero
transversal en que se clavarían las muñecas de los
brazos), no la cruz completa como tal… El madero vertical
permanecía siempre en el lugar de erección del
suplicio. ¿Por qué en el caso de Jesús la
cosa cambia? ¿Se puede creer que a los evangelistas el
procedimiento les resultaba ajeno? El cargar el travesaño
desnudo se había dispensado para Judea, ciertamente, en
consideración a la moral del pueblo que pedía el no
escarnio público, y así lo enfrentaron, en Judea,
los numerosos sentenciados que padecieron tal ejecución.
Esto está para los sinópticos en términos
correctos. Sin embargo, en Juan la cosa es diferente:
según él, Jesús es obligado a cargar la cruz
completa… ¿Por qué esta disensión?
Porque para la época en que Juan escribe había
empezado a tomar forma entre los adeptos una descripción
apasionada de la Vía dolorosa, del "Vía crucis" tal
que parte del sufrimiento indecible, constatable como
exhibición pública, del martirio-redención
por los pecados de todos, un sufrimiento inmerecido del que eran
merecedores todos los pecadores del mundo pero que Jesús
cargó por todos, a nombre de todos, con tal de librarles
de la agonía del Mal… El "misterio" alcanzó
niveles infernales de suplicio, un sentimiento generalizado de
aplicación extrema de maltrato que los presentes, los
testigos que acompañaban a Jesús en su ruta de
martirio, asumían con el patetismo más
lacrimógeno a que nunca se había llegado, una
especie de exacerbación morbosa de exhibición del
mal ajeno en lo que, por ejemplo, la misma María madre del
Profeta recorría el camino gimiendo y besando el suelo
donde –se decía- Jesús se había
desvanecido: una horrible "historia sacra" de la neurosis de
culpabilidad que en el Medievo daría lugar a las catorce
escenas o estaciones significativas cuyo conjunto hace un drama
estremecedor de difícil sustracción para el adepto
crédulo que ya no participó de la tortura de las
crucifixiones… En esto, las "estaciones 11 y 12", por
ejemplo, se detienen para promocionar más la truculencia
en un tono de exquisitez que indigna… A tono con todo
esto, Lucas también hace a Jesús ser
acompañado al Gólgota por multitud del pueblo y de
mujeres a quienes, en determinado momento, les larga un discurso
premonitorio que se interpreta como "sentencia contra
Jerusalén"… ¡Como si el Mártir
estuviese para oratoria!

Al final, Jesús es fijado en la
cruz, clavado. La terribilidad del hecho se aterciopela por Lucas
cuando pone en labios de Jesús la absolución ipso
facto de los mártires de la posteridad al ser asesinados,
a despecho de Mateo y Marcos que dejan al Mártir en
silencio, como es razonable en quien está siendo
mortalmente atormentado… Pero, no: la leyenda quiere un
Jesús expectante dentro de su encapsulación
mistérica, trayendo citas a modo en pronunciamientos en
medio de la agonía, como el cuadro infame que presenta
Juan en que, haciendo omisión del guardia custodio, pone a
María la madre del crucificado amargamente llorosa al
pié de la cruz ya erguida, acompañada de Juan (el
"Apóstol preferido"…): a la religiosidad ordinaria
le fascina la contemplación de semejante escena porque,
sin saberlo conscientemente, se regodea en el suplicio…Y
allí, Jesús "entrega su madre" al discípulo
y éste a su madre en un marco que transpira paganismo: el
Apóstol representa al pueblo que cree, en "Hijo nuevo" a
la par que ella asume, a partir de aquí, el roll de "nueva
Eva", la madre de todos los vivientes … Una
aberración herética muy similar a los misterios de
Cibeles… ¿Por qué esto? ¿De
dónde saca Juan semejante cuadro atentatorio? Del folklore
popular de su tiempo, que había terminado por adornar la
ejecución de Jesús con ribetes románticos,
como si fuera algo balsámico… Y al mismo tiempo, se
elevó a la señora a un status
principalísimo, central en la economía divina*4
como era usual en el resto de los credos paganos, colmados de
diosas… Al mismo tiempo, este texto toma gratuitamente la
figura de ese Apóstol para constituirla en una figura de
excepción, como "Apóstol favorito" (tal y como lo
ha venido calificando a lo largo del texto cada vez que hubo
ocasión de hacerlo), una oportunidad importante para la
promoción personal, o para justificar el ascendiente de
este personaje en las comunidades que le eran
adictas…

Igual desafortunado cuadro el de Lucas y su
"buen ladrón": a despecho del desconocimiento total de los
otros libros, Lucas se atreve a narrar una escena casi absurda de
"diálogos edificantes" entre tres agonizantes en el
más puro patetismo manipulador con "fines piadosos" que,
de acuerdo a la época, debe haber hecho el impacto buscado
en la población neófita. De entre todos los que se
mofan de Jesús, sobresalen los delincuentes que le
acompañan en el suplicio, uno de los cuales
circunspectamente reprende a su compañero por sus
inconsecuentes maldades a las que píamente reconoce como
fechorías a la par que solicita del Maestro perdón
y memoria… Y muy solícitamente, muy a tono con la
"nueva doctrina", Jesús le promete al malhechor cobarde el
Paraíso de inmediato: ¡la doctrina de la
extremaunción!*5 Hoy día –por supuesto- no se
encuentra ninguna objeción en considerar "real" este
relato tras dejar en la inconsciencia las características
del padecimiento concreto, real –ese sí- de aquel
momento.

¿Qué puede haber de cierto en
ambas historias, la de Juan y la de Lucas? ¿También
habrá que argüir que todo eso pasó, que todo
ha sido "vivencia sacra"? ¿Pasó lo uno y
también lo otro? En verdad, de cierto, todo esto tiene muy
poco de objetividad por no decir que nada. Por principio, y al no
poder cargar ni siquiera su madero, Jesús era ya un hombre
muy lastimado, lacerado hasta el extremo. No nos consta su
trayecto por la ciudad hasta el Gólgota, pero no es
genuinamente evangélico el tema de sus "caídas"
como no lo es su encuentro con María su madre ni la escena
de la Verónica, responsable de la imagen sacra que se
veneraba posteriormente y en cuyo soporte se creó esta
historia doliente (cuya forma acabada se localiza a fines del
siglo XV d.C.) del mismo modo que no se puede tomar en serio su
diatriba profética según Lucas, ni su solicitud de
perdón al recibir los clavos, ni la encomienda que pone
Juan, ni la extrema-unción del bandido. Hacerlo nos
llevaría a la necesidad –exigida por Roma- de
aceptar como cierto y real cada relato legendario y cada
historieta que la ingenua y enajenada Edad Media creó como
manera de "resarcir al Señor", sin percatarse de la falta
de respeto que conlleva, enajenación por una fe apasionada
e ignorante producto del terror y la imposición…
Como individuos respetuosos del siglo XXI, no nos debería
estar dado asumir como reales, menos como milagros, sucesos como
los que recién encontramos.

¿Qué nos queda del relato de
la ejecución del Profeta Jesús? La historia de la
repartición de su vestimenta… ¿Cómo
sucede? Bueno: si Roma accedió a respetar el
escrúpulo judaico por la desnudez durante el recorrido de
los condenados, a la hora de la fijación al madero se
preservó la disposición general: el reo era clavado
sin sus vestidos, de los cuales se le despojaba al momento de
subir a la cruz, tal y como lo enuncian los Evangelios.
¿Qué hacer con sus ropas? Eran prendas quizá
reclamables para los familiares… Pero en este caso, con
Jesús, que estaba solo porque había sido dejado
solo por todos los suyos… El ejecutado no las
volvería a necesitar ya nunca… ¡Los soldados
se reparten por eso su atuendo como botín gratuito! De
hecho, por eso se lo reparten… El hecho de referir sobre
este detalle el Salmo XIX es el mismo ocio de asociar todo el
proceso a alguna predicción del todo abstraída,
como si tal no debiera ocurrir en este caso…

Y: el fin, el deceso. Jesús, en el
límite de la agonía, exclama –según
Mateo y Marcos- un llamado al Altísimo en que patentiza su
soledad y expira. El clamor, expresado en una lengua desconocida
para los romanos, permite deducir que "ellos" interpretan que el
moribundo llama a Elías… ¿Es creíble
semejante conclusión? Los soldados romanos de guardia,
¿sabían quién fue Elías? Es probable,
muy probable, que la soldadesca consignada en determinada
región conociese –como hoy día ocurre- el
lenguaje corriente de la comunidad a la que custodiaba.
Pero… ¿Es lógico que de la
exclamación vernácula –y no necesariamente la
habitual- de un moribundo unos soldados puedan colegir un
"mensaje especial"? Según Lucas, Jesús no clama
sino que ¡tiene aún ánimos para citar un
Salmo como corolario de su vida! En tanto Juan dice que
Jesús, consciente de su "misión cumplida", declara
que ésta está consumada, y fallece. ¿A
quién creeremos? ¿Otra vez a todos? Seamos serios:
todas estas "versiones teatrales" son solo exposiciones
poéticas de un acontecimiento desafortunado por doloroso,
¡pero nada más! Hay que hacer consciencia de que en
semejante trance, nuestro Jesús no estaba para
teatralidades… Juan, por su parte, se atrevió a su
propia teatralidad: Jesús, ya en sus postreros instantes,
declara tener sed, dicen los expertos que de acuerdo al Salmo
LXIX: 22… Con lo cual Jesús "cumplió esa
profecía" también… La pregunta, ante tanta
insistencia, tiene que ser: ¿puede tratarse de manera tan
fría, tan irreverente y desconsiderada que hasta parece
festiva la finalización cruenta de una vida ya no digamos
la de Jesús, sino de cualquier persona sujeta a tormento?
No, en términos humanos sanos y normales. Pero sabemos lo
que hacen las leyendas… Y, ¿la "historia sacra", no
lo es? Esto podría ser lo único que justifique,
quizá, semejantes libertades… A menos que estemos,
en todo caso, frente a una apreciación gozosa de verdad
por el sufrimiento inferido al Maestro en términos de
"redención"… lo cual nos acerca mucho –y
sospechosamente- al brutal enemigo que acecha permanentemente en
aras del Mal… Lo lamentable es que los cleros se apeguen a
la literalidad para dar por hecho cosas que no pudieron ser, en
su afán de sostener un mito irreverente construido a
capricho sobre un hombre cuyo sano propósito fue
únicamente acercarnos a Dios…

Acto seguido, los Evangelios son puntuales
para describir los fenómenos que ocurrieron al deceso de
Jesús, al menos todos los Sinópticos: se narra que
aproximadamente a la hora tercia (por nuestro mediodía
actual) Jesús es fijado a la cruz; a la hora sexta (como a
las 15:00 horas) la oscuridad cubrió la tierra por lo que
los guardias se estremecieron de temor; y hacia la hora novena
(alrededor

de las 18:00 horas) Jesús fallece:
por ello sobreviene un fenómeno indicativo en alto grado
como es que el velo del Templo se rasgue, exponiendo –e
invalidando con ello- el Sacratísimo, figura que indica
"el fin del viejo Pacto" que cancela con eso al Israel natural o
étnico e inaugura la "nueva Era" de salvación
generalizada para todo el mundo… Sin embargo, para Juan
tales sucesos no ocurren. Juan no conoció ninguna
señal cósmica, y no reporta por lo mismo
ningún acontecimiento extraordinario: para él, la
"nueva Fe" es solo –o no es más que- una "nueva
Revelación" que implica al Alma… La diferencia con
Mateo es abismal, puesto que para éste último,
inclusive, "se abren los sepulcros de los Santos" quienes salen a
deambular por allí, y hasta se les aparecen a algunas
personas… ¡Una inopinada historieta de terror!
Ningún Evangelio se atrevió a semejante para
normalidad…

Pero no es todo: la Iglesia romana
enseña que Jesús, tras morir, fue a visitar el
infierno, con lo que fueron liberados los "cautivos Justos" que
allí estaban retenidos… Los "Justos", ¿en el
infierno? En ningún lado se nos dice semejante cosa; pero
el teorema se ajusta a la historieta del mundo antiguo
según la cual al morir todos los humanos, buenos y malos,
iban a parar al ámbito genérico llamado inframundo
o Hades, un espacio cósmico nebuloso y tristón
donde quedaban atrapados… Esta era la explicación
generalizada desde antiguo, antes de que se afinara el tema para
dar a "los buenos" una expectativa que premiara su
conducta… En aquel tiempo, la Iglesia lo arregló
bien: estas "almas justas" presas en el inframundo, lo estaban
porque "no podían subir al Cielo" porque no había
salvoconducto… ¡Y Jesús inaugura esta
opción! O sea pues: desde temprano la doctrina cristiana
operó esta concesión al conocimiento gentil para
darle valor al sacrificio del Maestro y clarificar lo que los
demás credos trataban intuitiva y
fallidamente…

Notas marginales
a: la desaparición de Jesús

1) Como dicen los estudiosos: quizá
la celebración de aquella gente estaba atenida al
calendario sacerdotal oficial… Como buenos judíos,
es primario hacerse a la idea de que se celebraba la festividad.
El problema en todo caso viene ser el por qué Jesús
no se ajusta a la fecha oficial… ¡Y el detalle
sospechoso es que no se nos mencione nada!

2) Otros ritos que incluían una
ceremonia similar de participación e incorporación
de la deidad eran los órficos en su versión
hermética.

3) Una oda mística de "buenas
prendas" en que además, Jesús se "abre de capa"
para reivindicar su status divino y disponer de los destinos
humanos… ¿Cuándo, en su ministerio,
Jesús asumió semejante actitud?

4) Las "imágenes desgarradoras" solo
tienden a magnificar el suceso y promover la devoción a la
femineidad como inclusiva: la aparición diocesana de las
Vírgenes (con la acepción de "puras", léase:
exentas de sexualidad) y su roll de hasta intercesoras ante
Dios… ¡Una versión cristiana de las
divinizaciones femeninas paganas!

5) Lo cual implica, por supuesto, la
posibilidad de una vida plena de impudicia a condición de,
al final, recogerse en los escrúpulos que convienen a "la
salvación"…

BIBLIOGRAFÍA ALUSIVA AL PRESENTE
ÍTEM:

*Biblia de Jerusalén, Ed. Desclee de
Brouwer, Bilbao, 1999.

*Biblia de Casidoro de Reina/Cipriano de
Valera, Sociedades Bíblicas en América Latina, Rev.
1960.

*Jesus, theMan, por Bárbara
Thiering, Double Day eds.

*Orfeo, Historia General de las Religiones,
por Salomón Reinach, Cía. Gral. De Ediciones,
México, 1980. Cap. VIII: los orígenes
cristianos.

*El Proceso de Jesús, por Jean
Imbert, Publ. O.S.A. México, 1995.

 

 

Autor:

Francisco Munguia

 

Partes: 1, 2
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